04. IMPRO

04. IMPRO

20 de Noviembre, 2019 – CABA

Hace alrededor de 3 meses me uní a un grupo de improvisación nivel inicial con la intención de desarrollar mi capacidad de trabajo con la incertidumbre. Tenía la idea que esta práctica me iba a facilitar mi relación con los emergentes tanto en mis espacios cotidianos de charlas, talleres y dinámicas de equipos como en mis espacios como cantante.

“Hacer algo sin preparación” dice la etimología de improvisar, algo así como “no-ver-delante” y justamente esa es la creencia que busqué empezar a desafiar ¿Y si no viera adelante? ¿Y si me propusiera hacer sin preparar?

En ese momento caí en la cuenta que de siempre quise tener todo preparado, con anticipación, ensayo, práctica, estructura y muchas veces me frustré cuando algo salía fuera del libreto, de lo acordado.

En este nuevo espacio como principiante conocí un grupo de personas que, desde el primer día, me generaron una profunda admiración por su capacidad de divertirse ante lo incierto, de hacer de su imaginación una herramienta para responder a los sucesos y por su habilidad para sumarse a propuestas ajenas sin juzgarlas con el fin de construir en equipo.

Si bien sigo aprendiendo de esta forma de actuación también he aprendido mucho sobre mí acerca de la vergüenza, la incomodidad, el deseo de control, la rigidez, la timidez, la frustración, la aceptación y mucho más.

Clase a clase me encontraba con muchos juicios sobre mí hacer y mi ser y la mayoría de las veces me contaba excusas cuando algo “no me salía” en donde atribuía a que los/as demás habían empezando varios meses antes que yo o que quizás actuar no era para mí o que “soy muy racional” para esta práctica o “no soy lo suficientemente rápido” y más.

A pesar de eso, cada martes tenía las ganas de volver a intentarlo y volver a conectar con mis ganas de aprender, mi curiosidad, la admiración hacia mis compañeros/as y las ganas de divertirme como motor para seguir adelante.

La Impro propone un juego donde los/as participantes nos vamos descubriendo a nosotros/as mismos/as y a los/as demás en una dinámica que se inicia con una simple acción. Casi sin diálogo hacemos interpretaciones sobre lo que observamos, escuchamos, percibimos a través de los sentidos y automáticamente conectamos con nuestras construcciones simbólicas, que emergen a flor de piel. En ese momento ocurre una de las magias, de repente “somos” aquel/lla/llo que esa escena necesita para cobrar sentido, desde una persona con determinadas características como un objeto animado o inmóvil que decora el lugar.

¿No es acaso la vida una gran Impro?

Si casi constantemente referimos a situaciones de películas, series, personajes, escenas, lugares, experiencias propias y ajenas, para otorgar sentido a lo que estamos viviendo, para intensificar las percepciones, para ser escuchados, para ser alguien. Y, por lo general, no lo preparamos ni planificamos, emerge del encuentro con una otredad, del sentirnos observados, tenidos en cuenta, validados o no, con o sin relación, conocidos/as o desconocidos/as, entre dos, en conjunto e incluso con nosotros/as mismos/as.

Fundamentos de la Impro

La expectativa con la que inicié este desafío se iban superando a medida que descubría un nuevo fundamento de esta práctica e incluso varios los vi sumamente relacionados con el coaching y la ontología del lenguaje.

  • Aceptar. “Todo lo que sucede, conviene” Todas las propuestas que emergen durante la Impro son aceptadas y pasan a formar parte de la construcción colectiva.
  • Descubrir. Al comienzo del juego no sabemos quiénes somos, qué relaciones tenemos, dónde estamos, qué nos trajo hasta ahí ni para qué, sólo conocemos la acción que estamos realizando, el resto deviene en la apertura por descubrirnos, asombrarnos y construir juntos/as.
  • Confiar. Todo va a salir bien, no es necesario acelerar el proceso y como base confiamos en nosotros/as mismas y en el grupo que va a apoyarnos en la construcción colectiva.
  • Soltar. Aprender que a veces nuestras ideas no prosperan e incluso nuestro rol en una escena ya no es necesario y debemos salir en pos del todo.
  • Jugar para el/la protagonista. En cada escena emerge un conflicto y es el/la protagonista quien lleva adelante el desarrollo principal, las demás personas obstaculizan o facilitan su proceso.
  • Divertirse. Clave para que la creatividad aflore y los sentidos se enciendan.
  • Iniciar con una acción. De acuerdo a lo que hacemos y cómo lo hacemos devendrá en quiénes seamos.
  • Escuchar. Activamente, en conciencia y de manera periférica porque todo puede cambiar repentinamente, todo puede ser una oportunidad en potencia.
  • Decidir. En los momentos de desconcierto y confusión lo que nos habilita la siguiente acción es tomar una decisión, entre las múltiples opciones que se nos presenten. ¿Cuál es la más adecuado, efectiva, correcta, acertada? Sólo la que tomemos y llevemos a la acción.

En 3 meses me encontré un poco más conmigo, con otros/as y con una práctica sin límites de crecimiento, autodescubrimiento y desafíos. Tal como este que me estoy proponiendo ahora, para emprender voy a requerir animarme sin preparación.

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