El Juego de la Oca
La realidad de tu equipo, departamento u organización se puede parecer a este popular juego, veamos qué dicen los dados y si la suerte está echada.
Seguramente recordarás el famoso juego de la oca —que según copilot tiene un origen algo incierto pero se cree que fue creado en Italia durante el Renacimiento en el s. XVI.
En este juego ganaba quien llegaba a la meta antes que el resto de jugadores, el Jardín de la Oca en la casilla 63.
Por turnos, cada jugador lanzaba unos dados y avanzaba la cantidad de casilleros correspondientes para enfrentar la suerte que esa ubicación podía esconder.
Algunos casilleros permitían al jugador avanzar más rápidamente, salteando espacios a través de puentes; otros hacían perder uno o más turnos, como la carcel o el pozo; y otros enviaban a la oca hacia atrás, como el casillero de laberinto y la calavera.
La calavera era el casillero más peligroso, ubicado en el número 58, a tan sólo 5 pasos del Jardín de la oca, ya que podía enviarte inmediatamente a la casilla 1 del tablero.
No importaba cómo habías llegado hasta ahí, ni cuán rápido, ni qué casilleros habías ocupado antes, o qué tipo de jugador eras, con sólo caer en el 58 volvías a empezar —y seguramente ya te dabas por vencido.
Recuerdo esa sensación de frustración e impotencia al percibir que no había nada para hacer más que bajar la cabeza, aceptar y seguir tirando los dados sin casi ninguna chance de llegar en primer lugar al Jardín de la Oca.
Claro que se trataba de un simple juego, y que nuestra única opción en aquel entonces era apuntar nuestro enfado a la “suerte” que habíamos tenido arrojando los dados.
Hace muchos años que no juego este juego, sin embargo hoy en día me vengo encontrando con empresas, departamentos y equipos que parecieran seguir la lógica del Juego de la Oca.
Reemplazando jugadores por trabajadores y a los dados por decisiones que van marcando el ritmo y dirección del grupo de personas hacia —en el mejor de los casos— algún objetivo común.
Al comenzar a jugar trabajar, se puede percibir el entusiasmo y la ansiedad de las personas por los desafíos que hay por delante, sumado a las ganas de aprender no sólo cómo serán las dinámicas de trabajo, sino también las demás personas involucradas, los roles y las responsabilidades.
Con el correr de los casilleros las semanas comienzan a surgir los primeros conflictos, desacuerdos, tensiones, conversaciones difíciles que podrían provocar algunas idas y vueltas, pérdida de oportunidades, parálisis por análisis y otras turbulencias.
Es entonces cuando, al ir atravesando estos inconvenientes, las personas se aventuran a tomar decisiones más complejas, a definir procesos más eficientes y mejor adaptados a los aprendizajes y descubrimientos que van teniendo a lo largo del tablero tiempo juntas.
Con trabajo, buenas decisiones y, por supuesto, suerte habrá grandes chances de que recorran juntos —a diferencia del Juego en la que sólo gana una persona— el camino feliz para alcanzar el Jardín de la Oca.
Como seguramente sabrás por experiencia, la historia es bastante más compleja que esta versión reduccionista, aunque lamentablemente sigue habitando en las expectativas de managers y personas con el poder de tomar decisiones que cambien de inmediato las reglas de juego de equipos, departamentos y organizaciones.
Personas que pareciera que deciden guiadas solo por la “suerte” y que sin consultar a otras con experiencia pueden cargarse con todo lo recorrido en cuestión de segundos llevando a todos al casillero Calavera —que los moverá sin escalas a la casilla 1.
Desde nuestro lugar, otra vez volveremos a conectar con la frustración y la impotencia pero habiendo aprendido que además de bajar la cabeza y seguir tirando los dados como si nada pasara, podemos también alzar la mirada y elegir otros tantos juegos a los que jugar.
Te mando un abrazote.
Maro
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PD 2: aprovecha que estoy inspirado y con ganas de grabar y pide sin vergüenza 😉